
La bandera Palestina en la ONU
Quizás te lo hayas perdido…el momento histórico esta semana cuando por primera vez se izó la bandera palestina en la sede de las Naciones Unidas.
EEUU e Israel han resistido el izamiento de la bandera palestina en la ONU, pese a que el presidente Barack Obama haya sugerido que si Israel insiste que los palestinos deben reconocer su derecho a existir lo menos que puede hacer es reciprocar y reconocer el mismo derecho a Palestina.
Lo de Israel y los palestinos es un poco el caso del muerto que se asusta del resucitado. Israel se enfurece y se escandaliza cada vez que Hamas niega su derecho a existir. Los palestinos, mientras tanto, luchan por tener su propio estado y su derecho a existir como nación, pero niegan el derecho de Israel a existir como estado.
La gran diferencia es que Israel tiene ya el reconocimiento del mundo como estado establecido y legalmente capaz, y, siendo un aliado prioritario de Estados Unidos, un país sumamente militarizado, ultra armado y poderosamente defendido, mientras que los palestinos siguen viviendo “de prestado” en una zona cercada en una frontera por Israel y en otra por Egipto. La estrategia de Israel (armada por primera vez por Ariel Sharon hace más de una década) ha sido la fragmentación del territorio palestino, separando la Franja de Gaza del resto de la Ribera Oeste, prohibiendo el movimiento de palestinos entre ambos, y la división de zonas habitadas por palestinos en más de 200 asentamientos separados por barreras y puntos de control. El divorcio político entre palestinos leales al Fatah y los que apoyan al Hamas ha servido para subrayar dicha fragmentación.
Durante la ceremonia esta semana cuando se izó la bandera palestina en la ONU, el secretario general de dicha organización mundial, Ban Ki Moon, dijo que el evento marcaba “un día de orgullo para palestinos en todo el mundo…un día de esperanza.” En verdad, los años de sangrientos choques, acusaciones mutuas, desencuentros políticos y amargura entre israelíes y palestinos nacen de la intervención autoritaria de las grandes potencias ganadoras de la Segunda Guerra Mundial hacia el final de la década de 1940, en la que, claramente, Israel recibió un trato privilegiado comparado con la privación de derechos sufrida por los palestinos. Debían ser esas mismas potencias quienes empujen a ambas partes a resolver el conflicto de una vez en un tratado de paz justo y duradero sobre la base de dos estados que respeten los derechos de cada uno y cultiven un clima de tranquilidad y cooperación regional.