
La caída de Alepo
Durante meses, Alepo ha estado en poder de lo que sólo se puede describir como el infierno en la tierra. De hecho, sería difícil decir si lo que la gente de Alepo ha experimentado no sea peor que cualquier infierno imaginado por escritores de la talla de Dante Alighieri.
Un esfuerzo de evacuación que comenzara el 13 de diciembre, y que Rusia había prometido vigilar y proteger, fue suspendido el día 16, con ambas partes culpándose mutuamente por violaciones al acuerdo de tregua. El gobierno acusó a las milicias rebeldes de intentar utilizar la evacuación para sacar de manera clandestina a prisioneros y armamento pesado, mientras que cada lado acusó al otro de disparar contra los convoyes de evacuación y ayuda humanitaria.
En algún momento de la semana pasada, antes del intento de evacuación, caían bombas sobre la antigua ciudad siria, ahora destrozada, a razón de una cada veinte segundos. Resultaba tan peligroso permanecer en la zona que los corresponsales de guerra de los principales medios de comunicación del mundo transmitían sus informes desde una distancia segura, fuera de la ciudad, o desde países vecinos como Turquía o Líbano, y los socorristas operaban, siempre que eso fuera humanamente posible, bajo condiciones extremadamente peligrosas. Todos los hospitales han cerrado y los civiles que permanecían en Alepo se encontraban acorralados en un pequeño sector de la ciudad, rodeados de tropas sirias y de sus aliados rusos e iraníes. La información que llegaba a los medios de comunicación procedente de un pequeño sector del territorio urbano remanente en manos de los rebeldes fue provista por un puñado de individuos que todavía lograban transmitir desde sus teléfonos o computadoras, y las imágenes que pintaban eran de inmensa desesperanza.
Se dieron amplias versiones sobre violaciones de los derechos humanos. En un incidente, se informó que las tropas sirias habían ejecutado sumariamente a más de ochenta hombres, mujeres y niños de un barrio de Alepo que se creía fiel a los rebeldes armados en contra del gobierno. Mientras los militares rusos trataban de convencer al mundo de que estaban encabezando un esfuerzo humanitario para evacuar a civiles del este de Alepo —luego de que sus tropas y el comando aéreo respaldaran a las fuerzas leales a la dictadura de Bashar al-Assad— algunas de las personas sitiadas transmitían sus últimos mensajes a los medios sociales en todo el mundo.
Abdulkafi al-Hamdo, profesor de inglés del sector este de Alepo y activista contra Assad, compartió un emotivo video a través de Twitter en el que indicó su desilusión con la comunidad internacional.Uno de esos mensajes, publicado en un video en Twitter, fue de la activista contra Assad, Lina Shamy, quien dijo: “Este puede ser mi último video. Más de 50.000 civiles que se rebelaron contra el dictador al-Assad están amenazados con ejecuciones sumarias o están muriendo bajo los bombardeos.” Añadió que más de 180 civiles habían sido ejecutados de manera sumaria en las áreas más recientemente capturadas por el régimen. Dijo que los civiles que quedaban estaban “atrapados en una zona que no supera los dos kilómetros cuadrados.”
Esta fue una referencia clara al hecho de que esta guerra devastadora se ha generado a partir de lo que fue, a finales de 2011, un movimiento pacífico de protesta formado por ciudadanos comunes hartos del régimen represivo de los Assad, que ha durado 40 años. Los manifestantes llevaban a cabo marchas pacíficas para pedir reformas que proporcionaran mayor libertad y democracia a la sociedad siria. La guerra civil comenzó cuando el régimen respondió a dichas protestas con violencia extrema y cruel represión, después de la cual, los ciudadanos decidieron armarse y luchar.“No creas más en las Naciones Unidas —dijo—. “No creas más en la comunidad internacional. No pienses que ellas no están satisfechas con lo que aquí está pasando. Se encuentran satisfechas de que estamos siendo asesinados.” Específicamente respecto de la alianza militar rusa con el régimen de Assad, Hamdo añadió:” Rusia no quiere que salgamos vivos. Nos quieren muertos. Assad piensa igual. Ayer hubo muchas celebraciones en el otro lado de Alepo. Estaban celebrando sobre nuestros cadáveres.” Aparentemente derrotado tanto en su voz como en sus palabras, Hamdo dijo: “Éramos un pueblo libre. Queríamos libertad. No queríamos otra cosa que no fuera la libertad.”
Scott Lucas, profesor de política internacional en la Universidad de Birmingham, Inglaterra, inició un artículo publicado en el sitio web de comentarios sobre asuntos internacionales llamado War in Context, diciendo: “Seamos claros. La inminente victoria en la ciudad más grande de Siria, del gobierno de Bashar al-Assad —y de sus partidarios esenciales, Rusia, Irán y Hezbolá— se realiza sobre la base de crímenes de guerra.”El mensaje que capturó la atención mundial esta semana fue el de una niña de tan solo siete años, quien tuiteó: “Mi nombre es Bana, tengo 7 años de edad. Estoy hablando en vivo con el mundo ahora desde el este de #Alepo. Este es mi último momento para vivir o morir.”
“Durante meses —continuó— cientos de miles de personas en zonas de la oposición en la ciudad más grande de Siria han sido asediadas y bombardeadas. Miles han muerto. Los hombres que se encuentran en edad de combatir fueron secuestrados en los últimos días por las fuerzas leales a Assad y se enfrentan a la opción de reclutamiento en el ejército sirio o de arresto y tortura. Decenas de residentes fueron ejecutados durante las 24 horas previas al anuncio del alto el fuego del 13 de diciembre.
“Rebeldes y civiles recibirán algún respiro, si se implementa el acuerdo para su traslado de Alepo a otras áreas en el noroeste de Siria. Pero esto es sólo el final de un capítulo: la guerra continúa, como lo ha hecho desde el levantamiento contra Assad en marzo de 2011.”
Su declaración no podría haber sido más veraz: Aunque un cese al fuego temporal se mantuvo el jueves —aun cuando sólo de manera parcial, ya que hubo informes de vehículos de rescate que entraban y salían del sector oriental de Alepo que fueron blanco de disparos de francotiradores— cualquier alivio para un número proporcionalmente pequeño de personas que fueron removidas a través de un “corredor humanitario” creado por los rusos prometió ser de corta duración, ya que estos supervivientes sitiados fueron, en su mayoría, trasladados a otras zonas de Siria todavía en manos rebeldes. Uno sólo puede presumir que, una vez que Assad y sus aliados hayan celebrado su mayor victoria estratégica en Alepo, las otras áreas cercanas controladas por los rebeldes también serán rápidamente atacadas por el régimen, no sin la ayuda esencial de su controlador internacional, Rusia, y su aliado regional, Irán.
Turquía, que ha asumido un papel activo en la preparación de la evacuación de Alepo, ha dicho que sólo recibirá a los más vulnerables de la población civil. Según el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, su país aceptará “niños, ancianos, aquellos que están realmente en condiciones difíciles”.
Kerem Kinik, líder de la organización humanitaria Turca Red Crescent, que participa en el esfuerzo de evacuación en Alepo, dijo que se estaba dando prioridad a los heridos.
La breve duración de 24 horas de la evacuación antes de su suspensión el viernes 16 sólo permitió que unas 9.000 personas fueran transportadas a una zona más segura. Decenas de miles de personas quedaron atrapadas, entre ellos hasta 10.000 niños, dentro de los minúsculos segmentos de Alepo que aún están en manos de los rebeldes. Uno de los obstáculos para continuar con la evacuación fue el supuesto bombardeo rebelde de las zonas de Kefraya y Fua, que también estaban siendo evacuadas, después de ser sitiadas por las fuerzas rebeldes.
La mayoría de los evacuados de las áreas controladas por los rebeldes fueron llevados a la vecina provincia de Idlib. A pesar de la celebración por parte del régimen por la caída de Alepo y del alboroto de Assad sobre la victoria que, según indica, está a su alcance, esa área permanece bajo el férreo control de una alianza rebelde todavía fuerte que incluye al grupo yihadista Jabhat Fateh al-Sham. De hecho, todavía hay grandes extensiones del territorio noroeste de Siria en manos de cientos de bandas independientes de rebeldes nacionalistas que se han unido para derrocar a Assad. Otras áreas permanecen bajo el control de ISIS (Estado Islámico de Irak y el Levante) que, pese a la paliza sufrida bajo el poder aéreo estadounidense y ruso, por las tropas de Assad y por los combatientes kurdos de la Peshmerga, sigue siendo una fuerza para tener en cuenta. Una pista de lo sobreextenuadas que puedan estar las tropas de Assad —a pesar de toda la ayuda que están recibiendo de Rusia, Irán y el Hezbolá— es el hecho de la reciente reconquista por parte de ISIS de la antigua ciudad de Palmira que, con mucha fanfarria, las fuerzas sirias había retomado de manos de la organización terrorista yihadista poco tiempo antes.
A fines del mes pasado, el jefe humanitario de las Naciones Unidas, Stephen O’Brien, advirtió que Alepo se estaba convirtiendo en “un cementerio gigante” a medida que las fuerzas rusas y sirias avanzaran sobre posiciones rebeldes. Y la guerra siria —que ha costado cerca de medio millón de vidas desde que comenzó en 2011 (unos 16.000 de ellos niños), y que ha provocado la peor crisis de refugiados en todo el mundo desde la Segunda Guerra Mundial, con el recuento de desplazamientos actualmente de cerca de 5 millones de refugiados y otros 6 millones de personas desplazadas dentro del territorio sirio (aproximadamente la mitad del total de los desplazados está formada por niños)— parece estar lejos de terminar. Máxime si la comunidad internacional sigue utilizando a Siria como un campo de batalla para sus propias guerras encubiertas y para su propio posicionamiento geopolítico, en lugar de trabajar seriamente para encontrar una solución pacífica y viable al conflicto.
Hasta ahora, las grandes potencias sólo han empeorado la situación: Rusia, al jugar un papel militar activo en los combates para proteger al régimen de Assad, que actúa como guardián de los intereses de Moscú en la región, y Estados Unidos, al retroceder y dejar que Rusia tomara la delantera, en detrimento de la apertura democrática originariamente buscada por los que se oponían a Assad. Este fin de semana, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pidió a Rusia impulsar la reanudación de la evacuación de Alepo y el cese del derramamiento de sangre. También advirtió al dictador de Siria que no podría “lograr la legitimidad mediante la matanza a mansalva.” Pero en términos prácticos, Estados Unidos está ejerciendo bastante poca influencia en esta etapa.
Lo que está claro es que el Kremlin no es para nada imparcial en cuanto a la situación de Siria, ya que está en el interés de Rusia que Assad permanezca en el poder a toda costa.El rimbombante y autocrático líder ruso, Vladimir Putin, dijo la semana pasada que el objetivo de Moscú era establecer un alto el fuego en todo el territorio de Siria y que él estaba dispuesto personalmente a negociar el diálogo para hacer precisamente eso. Pero el mundo ha oído tales promesas de Putin antes, y hasta ahora sus palabras han sido poco más que una propaganda hueca y de autopromoción.
Atrapado entre los intereses creados y la indiferencia mundial, entonces, el pueblo sirio parece destinado a seguir soportando lo que hasta ahora ha sido un lustro de infierno vivo… y la pesadilla sigue.